Historia de una portada
Antes yo tenía otro catálogo de forma cuadrada, negro, elegante y dentro, el que era mi representante, no decía más que tonterías llenas de citas y citas, un galimatías solo apto para intelectuales, es decir, para esos que van por la vida creyéndose superiores a todos, con mentes tan transcendentales como la del Dalai Lama, filósofos solo copiando a filósofos, poetas solo copiando a poetas, y citas y más citas, sin un solo pensamiento transcendental que fuese suyo, sin un solo sentimiento propio, sin una sola idea propia, pero, eso sí, mirando por encima del hombro a todos los humanos que caminamos por este mundo y que al parecer somos tontos del culo ante tanta “originalidad”. ¿Y un pintor de estos?, eso ya es inaguantable, para él es más importante pintar con la lengua que con un pincel; como si a alguien le importase si Velázquez era republicano o monárquico.
Como ejemplo te voy a poner un vídeo a continuación para que veas que lo que digo es un hecho real y, bajo mi punto de vista, bastante ridículo.
Lo que decía arriba, ni el Dalai Lama en plena meditación llega hasta tanta clarividencia y genialidad. Pero es que a mí, seres tan celestiales como estos, me han perseguido por todos los sitios y además con una frase que encuentro bastante ridícula y que dice así: “Al ver la obra de Gonzalo Obes se nota claramente que se trata de un ser atormentado”. Pero es que además ¡todos dicen lo mismo!, (originales que son ellos, igual que el de coleta del vídeo).
De lo que nunca me arrepentí fue de rechazar la oferta de irme a Barcelona a vivir entre ellos, porque estoy seguro de que hubiese sido un auténtico coñazo para mí. Me quedé en un barrio obrero de Tudela (Navarra) donde hablaba con personas por debajo de lo excepcional, como yo, que me hablaban de lo mal que lo estaban pasando con el paro o poniendo tejas a cero grados, que nos tomábamos algo entre risas de verdad, que hasta hablábamos de arte si ellos me preguntaban y me decían si les gustaba lo que yo hacía, sin más complicaciones, y si no les gustaba, pues tampoco pasaba nada, otro vino u otra cerveza y tan amigos y contentos que nos íbamos para casa. Ahora, en Valencia, me sucede lo mismo, hablo con gente que tiene naranjos y lo encuentro muy interesante porque no sé distinguir entre un naranjo y una tomatera, bueno ahora sí, ya me lo han explicado ellos y al menos he aprendido algo.
Un inciso. Es que ahora me estoy acordando de las palizas filosóficas que daba el que era mi representante a todo el mundo, jaja, no tenías más que ver las caras de aburrimiento que tenía la gente cuando el amigo inauguraba una exposición, escuchando filosofadas que no era casualidad que ninguna fuese propia. Y yo, mientras aguantaba la paliza, me preguntaba: “¿Es que no se da cuenta de que cuando alguien quiere filosofía solo tiene que leer un libro?, ¿o es que se cree que solo lee él?”.
Mi presentación de una exposición siempre es más simple y hasta te la pongo aquí, un poco resumida, pero no mucho más larga: “Buenas tardes. No puedo explicar ciertos sentimientos con palabras, por eso los pinto. Esos sentimientos los tienen en las paredes de esta sala. Gracias por venir”.
Y es que, por mucho que ellos se crean, al final aburren bastante. Recuerdo una exposición entre tres, en un lugar muy importante, y que después de las soporíferas presentaciones, los otros dos se quedaron solos y los asistentes solo miraban lo mío. No porque lo mío fuese mejor, (aunque supongo que también) sino porque mi mujer se salía de la norma y era “NORMAL”. Ella hacía algo tan simple como preguntar: “¿Le gustan estas obras, a mí me parecen excepcionales. LAS HA HECHO MI MARIDO, si quiere se lo presento”. ¡¡Oye!, mano de santo, yo solo veía a mi mujer rodeada de gente, y me encantó, y me reí mucho, y conocí a mucha gente y además eso resume lo que te estoy diciendo, muy simple, que las personas ya están hartas de tanta mamonada y yo pienso que con razón.
Pero voy a volver al tema de que “yo soy una persona atormentada”. La verdad es que tengo muchas ideas para realizar obras, tantas que estoy completamente seguro de que me moriré antes de realizarlas todas; pero nada de eso tiene que ver con ningún tormento emocional ni nada que se le parezca, sencillamente soy una persona bastante pragmática y eso de atormentarme por tonterías no entra dentro de mis planes.
En realidad, mi creatividad es tan “tormentosa” que cuando más ideas tengo es cuando estoy de juerga por ahí, y te aseguro que soy una persona con un humor bastante destacable, juerguista “profesional” y que en esos momentos soy más Bambi que nadie, vamos, que “os quiero a todos”. Si no te lo crees se lo preguntas a mi mujer, porque a la pobre le hago cargar con una libretita para que apunte mis ideas en esos momentos, es que si no es así, se me olvidan.
Bueno, vamos al asunto. El caso es que me tocó hacer una segunda edición del catálogo. Y me decidí por lo práctico, un catálogo de anillas; más grande, para que se viesen mejor las piezas; quité las palizas dialécticas del intelectual por aburridas y cargantes, y las cambié por algo más cercano a nosotros, los “pobres” humanos. Pero no me quedé en eso, con la portada y contraportada quise reivindicarme como un NO atormentado. Y eso te lo voy a demostrar en las siguientes imágenes.
Esta es la portada:
Esta la contraportada:
Es decir, que cuando despliegas las dos partes te encuentras con la expresión total de “un hombre atormentado”
Y más gráfico aún:
Puedes descargarte el catálogo desde la siguiente dirección: DESCARGAR (Archivo en formato PDF. 156 MG)